Pregón Fiestas de San Lorenzo 2021
Por D. Augusto Hidalgo Macario
Domingo 1 de agosto de 2021
En 1937, cuando aún no había unido su destino al municipio de Las Palmas, el Pueblo de San Lorenzo aparece bella y perspicazmente descrito en el conjunto “Estampas de los pueblos de Gran Canaria”, obra poco conocida del escritor grancanario Pablo Artiles, que señala como “Está al comienzo de las campiñas que parten de Las Palmas, como una era de luz que se conserva entre la modernización de todo lo antiguo…” e imposta su voz para cantar una sonora descripción, para hablarnos “…de una plaza risueña, un conjunto reducido de casas blancas, ¡palomar posado en el fondo de un valle!” y acabar “…con una quietud silenciosa, de humilde retiro y apariencia, al margen de las carreteras de importancia…esa es la estampa del casco o núcleo central y primitivo del pueblo de San Lorenzo…”
Esta es la estampa amable e íntima de un pueblo, de un histórico y gran pueblo, que hoy ha crecido y se ha desarrollado muchísimo en lo físico, en lo urbano, aunque en su espíritu ha sabido mantener la esencia de ese ambiente que lo caracterizó a lo largo de los siglos. Ese Pueblo, como añadía Pablo Artiles, “…simpático, modesto, campesino, oculto a todas las miradas, típicamente canario, cuyas esencias conserva en la vieja estampa de su caserío…”. Tierra de gentes que son amigas “…de la tierra para la que viven y por la que viven; alegrándose cuando ella se alegra con la lluvia, llorando cuando ella llora su tristeza, y arañando sus entrañas con la punta de sus arados, como si escribieran en ellas el poema de la vida campestre, o esculpieran una folía sentimental y triste, por entre los surcos que forman los versos del gigantesco himno al campo, que el labrador traza sobre la tierra al paso blanco del arado y de los bueyes…”
Y es esa esencia la que impulsa a sus gentes hoy. La que les hace estar unidas y ser emprendedores, manteniendo no ya el carácter y la grandeza de unas Fiestas como las que ahora comienzan, sino la misma identidad de las tradiciones, de las costumbres, de los eventos históricos que señalan el carácter, el ser y sentir del Pueblo de San Lorenzo, al mismo tiempo que miran al futuro y continúan en la lucha por el porvenir de sus gentes.
Vecinas y vecinos de San Lorenzo y de toda Las Palmas de Gran Canaria, ya que son muchas las personas que acuden siempre a la llamada amable de estas antiguas y señeras Fiestas, en un pueblo que siempre ha sido hospitalario y afectuoso; autoridades, Comisión de Fiestas, Señoras y señores, un año más llegan las Fiestas en honor de San Lorenzo, que lo son también en memoria jubilosa de toda una comunidad, que siglo tras siglo, las vivió con entusiasmo y complacida. Y llegan en un momento complicado por la pandemia que nos atenaza y no termina de soltar su presa. A pesar de todo, esta situación no impedirá que la fiesta esté muy presente en nuestros corazones, en nuestra convivencia ciudadana, que es donde de verdad reside la Fiesta, en su sentido más hondo y trascendente, como este pueblo nos lo ha mostrado siempre.
Y si es verdad que vivimos un tiempo excepcional, que incumbe al conjunto de la población, y ante la que se están adoptando todas las medidas y soluciones que la ciencia actual nos ofrece, también lo es que estas Fiestas son algo imprescindible en el camino que transitamos con enorme esfuerzo hacia progreso de nuestro pueblo.
No se trata de eludir, o de ocultar los problemas por unos días, se trata de que las Fiestas nos permitan recargar los pulmones de nuestro sentido común con el aire fresco que emana de la alegría, de la convivencia, para, con otros ojos, ser capaces de afrontar todos los retos con nuevos bríos, con un renovado sentido de la coexistencia y la solidaridad.
Así, ante ello, y desde esta tribuna pregonera que me honro profundamente en ocupar esta noche del Pregón de San Lorenzo, no dudo en convocarles, con la prudencia que requieren estos tiempos, a la celebración de las Fiestas casi como un verdadero deber cívico, como una necesidad imperiosa para el devenir de esta comunidad, de la que nadie queda fuera y que, con entusiasmo de siglos, llamamos ¡San Lorenzo!
Como alcalde, ser pregonero de las Fiestas de San Lorenzo no sólo es un verdadero honor, e incluso un motivo de auténtica alegría y satisfacción personal, sino que constituye una magnífica oportunidad de acercarse a una de las fuentes de la identidad y el carácter que define a nuestro municipio, Las Palmas de Gran Canaria, al que el Pueblo de San Lorenzo, con su historia, devenir, capacidad de impulso y de emprendimiento, tanto ha aportado a lo largo de más de ochenta años de convivir, de crecer imparablemente y de mirar juntos al futuro.
Siempre he creído que el ambiente de estas Fiestas, las ilusiones que las impulsan, el ámbito en que se desarrollan, constituyen un momento de verdadera y sana alegría, de oportunidad para la convivencia, el reencuentro con familiares y amistades y tomar fuerzas para continuar con un nuevo año. Al mismo tiempo nos acercan a muchas de nuestra tradiciones, asentadas aquí en la expresión más personal del pueblo en el que se ha nacido y en el que se vive, con la añoranza de quienes estuvieron con nosotros en tiempos que ya se fueron, y el cariño hacia quienes acaban de llegar.
Por todo ello, cuando ahora comienzan las Fiestas un año más, me atrevo a pedirles, más allá de las circunstancias que las rodean en esta ocasión, que, sin olvidar las tradiciones, sin desmerecer los hermosos y enormes precedentes que hacen de estas Fiestas de San Lorenzo una de las más destacadas del estío grancanario, las afronten ustedes como si fuera la primera vez que se organizan y se viven. Esa actitud contribuirá a mantenerla siempre joven y saludable, afianzada en la tradición, pero impulsada por la más atrevida vanguardia, y de esta manera caminará hacia el futuro con paso firme, seguro, atento a la realidad estricta de su entorno.
Esto es algo de lo que debemos aprender y tener cada día presente. Una lección que florece de un ámbito que, de ser estrictamente rural, como el que describía Pablo Artiles hace sólo ochenta y cuatro años, ha pasado a ser un distrito urbano de grandes proporciones y con un destacado crecimiento poblacional, que merece y requiere hoy la comprensión, solidaridad y afecto de todo el municipio. Por ello, un momento magnífico para ahondar en ese encuentro y esa comunicación ciudadana, son las Fiestas que esta noche tengo la inmensa alegría de pregonar.
Tampoco se puede olvidar, en el marco de estas Fiestas, un hecho histórico que este año el Pueblo de San Lorenzo ha querido conmemorar en función de la notable trascendencia que tuvo para esta comunidad. Me refiero a la creación de su Parroquia hace trescientos cuarenta años, un 3 de marzo de 1681. Siendo una de las más antiguas de toda la isla, su creación, desgajada de la catedralicia Iglesia del Sagrario, se convirtió no sólo en un hecho religioso notable, sino un evento cívico de primer orden en el Pueblo de San Lorenzo, ya que la denodada lucha reivindicativa por su parroquia, -conseguida con el sacrificio y el esfuerzo constante de su vecindario, incluso después de logrado su objetivo, pues había que engrandecer constantemente el bello templo donde se asentaba la jurisdicción parroquial-, se instituyó en verdadero símbolo totémico, en auténtico monumento de la identidad, el carácter, la historia y los sentimientos de esa comunidad que hizo de San Lorenzo uno de los pueblos más señalados de Gran Canaria.
No es de extrañar que ya en las mismas Actas del cabildo de la Catedral de Canarias, como se puede ver en el extracto realizado por el sacerdote e historiador José Viera y Clavijo, aparezca recogida no sólo la petición de los feligreses, en un acuerdo de 27 de septiembre de 1680, en el que se señala como “Al memorial de los vecinos del lugar de San Lorenzo en que piden se sirva el Cabildo erigir en Parroquia la ermita que allí tienen atento el mucho vecindario y hallarse dotada la lámpara para el Santísimo, se acordó que acudan al Señor Obispo sin perjuicio del derecho del Cabildo…”, sino sobre todo que se resalte “…el tenaz esfuerzo sostenido por el vecindario de San Lorenzo para sacar adelante los diversos trámites que se requerían…”.
Está aquí descrita ya, clara y trascendentemente, la identidad de una comunidad importante y emprendedora, que hace trescientos años mostró su capacidad de asociación y emprendimiento. Y que desde una voluntad natural, tenía la necesidad de aunarse ante ideales y propuestas de progreso concretas, en este caso plasmadas y simbolizadas en la aspiración de convertir su templo en parroquia, pues ello les dotaba de una jurisdicción eclesial que venía a consolidar y abrir nuevas vías a la jurisdicción civil, y con todo ello constituir los cimientos de una sólida vida municipal.
También, desde este presente tan importante que el pueblo está construyendo, para que los caminos de futuro sean amplias y luminosas avenidas de progreso, a lo que la capital insular debe contribuir generosamente, como parte esencial de su propia identidad actual, habrá que resaltar cómo, desde tiempos inmemoriales, por San Lorenzo discurrían importantes vías de comunicación hacia el interior insular, como el inolvidable “camino de mar a cumbre”, que partiendo de la ermita de San Nicolás, subía hasta el lugar conocido como “La Cruz de Piedra” y desde allí por el territorio de San Lorenzo llegar hasta aquí y por El Román subir a San José del Álamo y seguir hasta Teror y desde allí a la cumbre. Caminos reales por Tamaraceite y Tenoya, donde aún se conserva parte del “camino real a Gáldar”, o los caminos reales a los pagos de Tafira y a la Villa de Santa Brígida.
No es de extrañar así que un lúcido, aunque anónimo, visitante a mediados del siglo XIX dedicara un capítulo, en su libro de crónicas de viaje por la isla, a este lugar y lo comenzara hablando de los caminos que lo caracterizaban. Así de entrada ya asevera como “dista de la Vega de Santa Brígida dos leguas de mal camino…”, para luego describir cómo “la población yace en un profundo valle rodeado de grandes montañas…”, y como en “…las montañas del norte está un camino que va a dar a Teror, este es muy angosto y algo peligroso, pasase por San José del Álamo; aquí se encuentra una ermita dedicada a dicho Santo, la mayor parte arruinada. En medio de la Iglesia (como está destechada) ha nacido un gran álamo y de aquí la denominación de San José del Álamo…”
Pero San Lorenzo no fue sólo cruce de caminos, lugar de paso de antiguas vías de comunicación interior, sino que poco a poco se instituyó en punto de llegada, en lugar de destino que creció entorno a su antigua ermita y posteriormente su Parroquia, y a la multiplicidad de fincas y huertas que dibujaron con primor exquisito toda la identidad de este valle. Aquí se venía por tratos agrícolas y ganaderos, aquí se comerciaba con productos de la tierra, y aquí se comenzó a venir al eco de unas sonadas y señeras fiestas que pronto tendrían fama en toda Gran Canaria. Tanto que un periódico grancanario, El País, hace ciento cincuenta y siete años ya hablaba, en su edición del 16 de agosto de 1867, de las Fiestas de San Lorenzo y resaltaba cómo “…Los festejos estuvieron concurridos y animados, y los fuegos artificiales, obra del pirotécnico D. Pedro Rodríguez, fueron bastante aplaudidos…”, algo que conecta directamente con el monumental “volcán de fuegos”, verdadera seña de identidad de estas fiestas y de este Pueblo, donde en aquel siglo, según recoge la mencionada crónica periodística, “…Después de quemarse los fuegos artificiales (…) se convirtió la plaza en un completo jolgorio, donde quiera se improvisaban bailes y las parrandas y jaleos…”; mientras que en el histórico templo Parroquial, ante la venerada imagen de su Patrono, en la función religiosa ya actuaba una pequeña orquesta para solemnizarla, contándose con la presencia de célebres sacerdotes de la época como el canónigo D. Gregorio Chil (tío del fundador de El Museo Canario) o el chantre de la Catedral de Canarias D. Antonio María Botella.
Hoy comienzan las Fiestas de San Lorenzo. Estarán muy presentes pese a las actuales circunstancias pandémicas, pues son algo que se viven en el corazón de cada uno de sus vecinos y vecinas. Otra cosa serán las celebraciones, que tendrán un programa de actos y actividades perfectamente ajustados a lo que la realidad que atravesamos permite, para que entre todos y todas podamos contribuir a superar de una vez difícil situación que nos envuelve. Por ello pido que, pese a todo, desde el fondo del corazón, la alegría serena invada estas calles y sus hogares, que se engalanen con banderolas, luces y palmas, que el sonido de timples, bandurrias y guitarras resuene en nuestros sentidos, para que la Fiesta sea una realidad, esa realidad identitaria que las señala. Así será el espíritu de las Fiestas, de la historia y de sus gentes de todos los tiempos, lo que señale grandiosamente este año a un San Lorenzo que siempre ha sabido mirar al futuro, y que ahora lo hace con grande dosis de esperanza.
Reitero mi gratitud por haber sido nombrado pregonero, una experiencia inolvidable, que marcará indeleblemente mi propia visión de todas las cosas que señalan a esta gran capital que es Las Palmas de Gran Canaria y de la que el Pueblo de San Lorenzo es parte principal. Muchísimas gracias a la Comisión de Fiestas, como a todo el Pueblo de San Lorenzo. Mi más entusiasta felicitación por el enorme esfuerzo y el gran trabajo que han realizado, gracias al cual San Lorenzo tiene este año un singular, novedoso y adecuado programa con el que celebrar sus tradicionales Fiestas.
Vecinas y vecinos, el estío florece ya en todo su esplendor por este Valle de San Lorenzo, por este Pueblo que un año más nos abre su corazón de par en par. Comienzan esta noche los días de sus renombradas celebraciones. Les deseo que ustedes las disfruten en paz y solidaridad, con la prudencia que ahora nos tenemos que exigir.
Que comiencen las Fiesta de San Lorenzo del año 2021. Muchísimas felicidades.
Augusto Hidalgo Macario
Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria